Una imagen o mil palabras

Este es mi relato de las últimas 48 horas, otros tendrán otros puntos de vista de lo vivido, pero este es mi espacio. Hace 48 horas, llegaba a mi piso, tirando de Stitch, después de dejar a mi hermana en casa de mis padres, y de despedirme, en la esquina, hasta mañana de mi cuñado. Después de una noche de perros, ya sea tanto por la alergia, como por el susodicho perro, ¿sabíais que los perros roncan?, me levanté temprano. Desayuné, me arreglé, y me fui con Stitch de paseo-revista. Primero pasé por casa de mis padres, la novia, tranquila como el resto del día, ya casi peinada, y a punto de ser maquillada por la hermana de una amiga. Mi padre, desayunando, desafiando el tiempo. Mi madre, hecha un flan. Acabado ritual de lametones y caricias, me llevé a Stitch, a ver al novio. Me recibió, en ropa interior, medio dormido, y aún con pocos nervios. Lametones, caricias y a casa. Me arreglé, todo lo que me puedo arreglar, y me puse mis mejores galas, cosa nada fácil con Stitch, tirando de los cordones de los zapatos, del pantalón,… Volví a casa de mis padres, y empezaría el no parar en las siguientes 14 horas. La novia casi vestida, mi madre a medio peinar-pintar, mi padre ya había pasado por el barbero, pero sin vestir, el coche floreado y enlazado. Entonces alguien recordó que el novio no tenía las flores, que debía llevar en el traje. Me desplacé a su casa, su familia ya estaba allí, el fotógrafo también, demostrando el inicio de grosería, que iría “increcendo”. Dejé las flores, y volví a casa de mis padres. Se pusieron las flores en el portal, mis familiares, los de la novia, no llegaban. Terminando de maquillar a mi madre, apareció el fotógrafo. Le hicimos hincapié que en las fotos de familia me pusiera a mi el primero, puesto que mientras le hacia fotos al resto, yo llevaría al novio a la iglesia. Como si oyera llover. El novio me llama, que el autocar para llevar a los invitados, ya esta aquí, y porque yo no estaba allí. Al final, consigo hacerme las fotos con mi hermana el primero, a regañadientes del fotógrafo, y mi familia sin aparecer, pero me voy a buscar al novio. Como siempre, siguiendo las instrucciones de viaje de mi padre, no quedaba muy claro, el modo de llegar a la iglesia, pero al final, con dudas, le dejo allí una media hora antes del enlace. Vuelvo a por mi hermana, allí solo quedan ella y mi padre, mi familia ya ha llegado y ya están todos camino a la iglesia. Llego a la iglesia con tiempo, están todos en la puerta, pero me hacen dar un par de vueltas. Mas tarde sabría que el cura aún no había llegado. Llego, aparco, las fotos de rigor a la novia, y me cuelo delante de ellos, pasando por el pasillo central saludando rápidamente a la gente, a derecha e izquierda, hasta llegar al primer banco. Una boda rápida, oficiada por un cura polaco (de Polonia), que se salta el trozo que debía leer la hermana del novio. Llama a los testigos, y a ella le cuesta salir. Se ponen los anillos, él ya nervioso total, pone la mano que no toca. Ya son marido y mujer, y entro a firmar como testigo. Al salir delante de ellos, mis primos me llenan de arroz, al grito de “ahora te toca a ti”. Por cierto, el arroz sigue en tu ropa, hasta que te la quitas. Salen los novios, arroz a cascoporro, y “vivan los novios”. Una vez acabado el arroz, empieza el rosario de fotos, en el que se cuela un niño. Una vez acabado el carrusel de fotos, todos al autocar y dirección al restaurante. Yo con los novios, cojo el coche enlazado y floreado. Las flores no me dejaban ver por el retrovisor interior, y los lazos no me dejaban ver por los exteriores, pero aún así, y con una pequeña infracción mas, que no relataré llegamos al restaurante. Allí dejé a los novios haciéndose fotos, mientras me fui con la familia a tomar el pica-pica. Mucho y de todo. Y el primer contacto cercano entre las 2 familias, entendiendo como familia los mas alejados en el árbol genealógico de los novios. No es por alardear, pero mi familia es diferente, muy diferente, y cuesta que salgan de su mundo. Pasado mucho rato, comiendo mucho bajo un sol que pegaba fuerte, pero que agradecimos los que estuvimos sufriendo por la lluvia durante toda la semana, entramos en el comedor. Allí nos sentamos, y volvimos a esperar. Esto sería lo peor de la velada, la espera por todo. Y al final, entraron los novios. Empezó el banquete, melón tropical al aroma portugués, sorbete al lime juice, muslo de pato al estilo ampurdanés, biscuit glacé a la suiza, gran pastel nupcial, café y licores. Mi abuela no entendió porque le daban un helado entre el primero y el segundo, pero mi abuela es mi abuela. Y así pasamos horas comiendo entre vivas a los novios, a los padres de los novios,… y a la abuela. Llegado el pastel, empezaban las sorpresas. La primera en forma de pastel, para celebrar el 60 aniversario de mi padre, al que le regalamos una camiseta del equipo de sus amores, firmada por los jugadores. Su cara de asombro, fue lo mejor. Después regalos a las madres. Regalos de la madre del novio, a los novios. Regalos de los novios a sus hermanos. ¡¡¡Ostia!!! Me regalan algo en la boda. Una caja muy bonita para colocar fotos, con fotos de los novios. Gracias. Regalo para unos novios, primos de él, de futura y próxima boda. Y en todo esto, una confirmación, que las mujeres si las emocionas lloran, y mucho. Entonces, clavelitos, ¡¡¡Leñe!!! la tuna, ¿quién ha llamado a la tuna? Y la novia lanza el ramo. Delante las solteras con ganas de casarse, al fondo las que no piensan en pasar por vicaria. Los novios inauguran el baile, y mi madre me saca al bailar. La familia, alucina, saben que yo no hago muchas cosas, entre ellas, no bailo. Y pista, y barra, libre para todos. Entre copa y copa, me entero que mi abuela le ha contado a todos que salgo con la hermana del novio, claro que ella no sabe que es la hermana del novio, o al menos no lo recuerda. Así que al verla sentada cerca mío, ató sus cabos. Ya es tarde, y muchos se van en el primer viaje del autocar, otros, los menos, nos quedamos bailando en unas pequeñas carpas. Llegan las 10 de la noche, el sitio cierra, y la gente se marcha en el autocar, y yo me llevo a los novios, exhaustos, con los pies doloridos, pero contentos, porque después de todo, todo ha salido bien. Vuelvo a casa persiguiendo al autocar, porque al cabrón le gustaba apretar el acelerador. Dejé a los novios en casa, y me fui a cenar a casa de mis padres, y a dormir a la mía. Hoy les he llevado al tren, partían de viaje hacia Galicia y Portugal. Ahora ya tengo cuñado.
Estas son las 1000 palabras, hay mucho mas, porque lo vivido da para mucho mas que mil palabras.

Y aquí la imagen, es mi abuela bailando el "I like to move it move it"

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