Dedicado a los hombres invisibles

Hola,

El viernes, Albert, después de pasar unos meses entre nosotros, se fue con un simple adiós mientras salía por la puerta, como si su último día fuera otro día mas. Llego hace unos meses, para realizar un trabajo solitario, monótono y aburrido. Exactamente nadie sabe que cojones hacia. Oficialmente se marcha para estudiar, extraoficialmente no hay que ser muy listo, para ver que razón ayuda a cambiar de aires en el departamento. Se relacionaba poco. Al principio David y yo, nos lo llevábamos a comer, y ahí le pudimos conocer un poco. Pero su escaso sueldo hizo que esto durara poco, y empezara a llevarse la comida para comer en aquella habitación, con mesa, sillas, tele y microondas, donde se cruzaba con Guido o Roger. No fumaba, y no tenia esa oportunidad de entablar conversación que empieza con lo de "¿Tienes fuego?" "¿Me das un cigarrillo?" Y el mencionado trabajo solitario y aburrido, no ayudaba a relacionarse. No es de los que rebosan empatía. Al marcharse dudo que fuera capaz de saber distinguir quien era Vane (ponte buena y vuelve), Nuri, Renata o Bea. Tampoco tenia ningún rasgo destacable. Conozco alguno, que cuando el Alzheimer le alcance, seguirá recordando los tangas de Ágata. Y al final se marchó sin hacer ruido.
Este es Albert, pero podría ser Pedro, Antonio Rosa, Pepa,…. En toda oficina, en toda empresa, en toda construcción de una pirámide en el Egipto faraónico, hay y ha habido, algún hombre invisible, sin los cuales la faena no saldría.
Yo también he sido ese hombre invisible alguna vez. Lo mío es por ser un no-social, y si no estoy a gusto desaparezco, normalmente detrás de unos cascos para volver a mi mundo interior. Y por eso los revindico aquí, porque aunque nunca saldrán en los libros de historia, ellos pusieron la piedra número 3872 de la gran muralla china, sin la cual habría un agujero.