Cosas de los calores

Hola,

Parece que el calor ha vuelto para quedarse, y con él definitivamente las minifaldas que dice Bea que voy contando por la calle. Pero llegan las faldas y lo que no son faldas, me explico. Llegaba esta mañana a trabajar, y la escalera mecánica para salir del metro es muy larga. Delante mio se ha colocado un hombre, que por los utensilios que llevaba diría que trabaja en la construcción o algo similar. Lo que los catalanes llamamos un paleta. Vestía zapatillas deportivas, una camiseta y un pantalón de estos veraniegos que te cubren de la cintura hasta algo mas allá de la rodilla. Y estoy seguro que no llevaba nada mas, porque tal como la escalera iba ascendiendo esa especie de pantalón se iba cayendo, cayendo, cayendo,... hasta dejar a la altura de mis inocentes ojos, la mitad de la raya de su culo peludo. Y no iba a ser yo quien le mirara el culo, ni le dijera que se le caía el pantalón que a aquí enseguida la gente se siente ofendida en su honor.
Quizás las mujeres que me leéis de vez en cuando la visión de un culo peludo os agrada, pero a mi no. Yo ni me miro el mio. Es complicado porque esta allí detrás, pero tampoco me esfuerzo. Pero no me vais a comparar un culo peludo a unas piernas bonitas. Y siempre son bonitas, porque las mujeres si no se las ven bonitas no se ponen minifalda.
Para acabar un dato mas anecdótico masculino. Hoy haciendo un café Ferrán, hombre de barba bien puesta, ha hecho una broma sobre el after shave, y Guido no ha dudado preguntarle desde cuando no se afeitaba la barba. Se ha quedado un par de segundos pensativo y ha dicho treinta y tres años. Yo tenía tres añitos el día que decidió dejarse barba, y muchos de los que estaban en la mesa tomando café no habían nacido, incluso alguno sus padres tardarían unos años en conocerse. Treinta y tres años con una barba es tener las ideas muy claras y la cabeza bien amueblada.

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