La niña que comía pasta en el mitin
Hola,
Ya con el título os lo he explicado todo. Estábamos por casualidad en una plaza. Casualidad porque no solemos ir allí. Y allí estaban montando todo lo necesario para un mitin: sillas, tarima, focos, altavoces, la tele, los periodistas y algo mas tarde los políticos que venían a hablar a los convencidos.
Leyre me preguntaba:
- ¿y esto que es?
- Una cámara de televisión - y hemos saludado
- ¿Y quién va a cantar?
- Nadie.
- ¿Y entonces para que es la música? - chica lista he pensado.
- Para bailar - le he dicho y hemos bailado. La música siempre es para bailar ¿no?
Se hacía tarde y todos en casa sabemos que Leyre no tiene horarios de comida, come cuando el hambre le viene y si no come entonces, quizá ya no coma. Y le ha venido. Mi madre, que de niños sabe mucho, ha sacado un tupper con pasta de aquella que en casa llamamos rizitos, ni idea como le llaman los italianos, que ya llevaba preparada. Armada con el tupper, tenedor y una bolsa de queso en polvo, me ha dicho - vamos a comer allí. Allí era en medio del mitin. Yo le dicho que no, ella que sí, y al final allí estábamos en medio de los convencidos comiendo rizitos ella, aguantando la bolsa del queso rayado, yo.
No entendía nada, pero lo miraba todo con una atención milimétrica, como si lo destripara y lo analizara todo. Miraba a los que hablaban, miraba a la gente que aplaudía, miraba a esas gruppies de políticos que reían los chistes sin gracia. Durante esos minutos, mientras iba comiendo parsimoniosamente los rizos, parecia un adulto entendida en política. Unos minutos mas tarde lloriqueaba como una niña de cinco años, que es lo que es, cuando le decía que aquello que quería hacer no lo podía hacer. Con Leyre aventuras mil.
¿Qué habrán pensado los convencidos al vernos allí en medio comeindo pasta? En cuanto a los políticos solo destacar que no chillaban. Tengo la teoría que los que no chillan, es porque no quieren engañarte, lo de tener la verdad, ya es relativo.
Ya con el título os lo he explicado todo. Estábamos por casualidad en una plaza. Casualidad porque no solemos ir allí. Y allí estaban montando todo lo necesario para un mitin: sillas, tarima, focos, altavoces, la tele, los periodistas y algo mas tarde los políticos que venían a hablar a los convencidos.
Leyre me preguntaba:
- ¿y esto que es?
- Una cámara de televisión - y hemos saludado
- ¿Y quién va a cantar?
- Nadie.
- ¿Y entonces para que es la música? - chica lista he pensado.
- Para bailar - le he dicho y hemos bailado. La música siempre es para bailar ¿no?
Se hacía tarde y todos en casa sabemos que Leyre no tiene horarios de comida, come cuando el hambre le viene y si no come entonces, quizá ya no coma. Y le ha venido. Mi madre, que de niños sabe mucho, ha sacado un tupper con pasta de aquella que en casa llamamos rizitos, ni idea como le llaman los italianos, que ya llevaba preparada. Armada con el tupper, tenedor y una bolsa de queso en polvo, me ha dicho - vamos a comer allí. Allí era en medio del mitin. Yo le dicho que no, ella que sí, y al final allí estábamos en medio de los convencidos comiendo rizitos ella, aguantando la bolsa del queso rayado, yo.
No entendía nada, pero lo miraba todo con una atención milimétrica, como si lo destripara y lo analizara todo. Miraba a los que hablaban, miraba a la gente que aplaudía, miraba a esas gruppies de políticos que reían los chistes sin gracia. Durante esos minutos, mientras iba comiendo parsimoniosamente los rizos, parecia un adulto entendida en política. Unos minutos mas tarde lloriqueaba como una niña de cinco años, que es lo que es, cuando le decía que aquello que quería hacer no lo podía hacer. Con Leyre aventuras mil.
¿Qué habrán pensado los convencidos al vernos allí en medio comeindo pasta? En cuanto a los políticos solo destacar que no chillaban. Tengo la teoría que los que no chillan, es porque no quieren engañarte, lo de tener la verdad, ya es relativo.
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