El diablo de la tecnología
Hola,
Una cosa es que esas teorías sobre el futuro que os dejo de tanto en tanto bajo el tag de Revolución robótica quizá no se cumplan nunca. La sabiduría popular ya dice que el pasado está lleno de teorías sobre el futuro que nunca se cumplieron. Dos que se me ocurren a bote pronto son el libro 1984 de George Orwell y la película 2001: Odisea del espacio dirigida por Stanley Kubrick. Quizá ambas historias acaben cumpliéndose, pero ya no será ni en 1984, ni en 2001. En cambio si tenemos tecnología actual que parece que nos negamos a aceptar y sería hora de corregir el error.
El ejemplo claro es el error de concepto a lo que hoy en día llamamos móvil (celular los sudamericanos). Ya sería hora que diferenciáramos claramente, y los medios de comunicación aún mas, entre móvil y smartphone. El móvil es ese aparato que utilizaba la mayoría de la gente hace unos cinco o diez años, muy próximo en funcionamiento al teléfono convencional que teníamos en alguna lugar de casa pero que nos cabía en un bolsillo, que servía para llamar, enviar algún mensaje de texto (sms) y guardar nombres y números de teléfono en la memoria, mientras que un smartphone está mucho mas cerca de un ordenador que de un teléfono convencional, funciona gracias a un sistema operativo (Android, IOS, Windows phone,...), por aplicaciones y con conexión a internet, y además tienen tecnología para captar fotografías y vídeo, y como añadido permite hacer llamadas. Resumiendo rápido y mal, un móvil es un teléfono en miniatura y un smartphone es un ordenador en miniatura. Son objetos totalmente diferentes, entonces ¿por qué los consideramos igual?.
Por ejemplo, estamos hartos de oír que la gente no despega la vista de su móvil. ¡Mentira!. Si la gente llevara un "teléfono" lo llevaría en su bolsillo, pero como lo que lleva es un "medio de comunicación instantáneo" y por eso lo lleva lo mas cerca que puede. Que una cosa no quita la otra, si vas todo el rato embobado en la pantalla no será complicado que tengas un accidente.
Ahora es cuando suena esa voz que dice, "pues tampoco hay nada tan urgente que tenga que estar mirando el aparatito todo el rato". Habrá casos y casos, pero creo que la mayoría de veces los críticos lo malinterpretan. Estoy harto de oír quejas de que el niño mira el móvil mientras come, mientras quien lo dice está comiendo mirando la tele. Aquellos que critican a una chica que está de conversación de whatsapp con las amigas (con todas), hablando del chico guapo del cole, pero que no recuerdan las horas que pasaron colgadas al teléfono con su mejor amiga (solo una porque no había multillamada) hablando de lo mismo. Esos que critican a los que van en el metro jugando con el móvil, en lugar de cultivar el noble arte de mirar las musarañas. Los que critican a los que le hacen foto a la comida, son los mismos que luego te explican el pedazo chuletón que se comieron el otro día. Esos niños perdidos para el futuro que se pasan el día viendo Caillou y Pocoyó en el móvil de la madre, en lugar de estar sentados delante de la tele, en horario infantil, viendo "Mujeres y hombres y viceversa" o a un integrista religioso degollando a un chaval de 15 años de otra confesión religiosa. Los que se ríen de esos guiris embobados en el móvil, en lugar de llevar desplegado en mano un mapa tamaño 50x50cm. Los que riñen al niño por ir en el coche escuchando Spotify, en lugar de las viejas canciones del padre, ¿ya no recuerdas las horas que pasaste en el coche escuchando a los Sirex, verdad?. O quizá utilizado para cosas importantes, como si eres madre desde hace 10 minutos, y tu familia está a dos continentes y un océano de distancia, ¿por qué no vas a coger el smartphone y conectar en directo con ellos para enseñarles a tu recién nacido bebé?. Con estos ejemplos solo quiero constatar que no hay situación, que gracias a la tecnología actual, la puedas comparar con nada que hubieras hecho en el pasado.
El problema no es el aparato, ni su tecnología, incluso sus usos no se pueden comparar con nada anterior, el problema es siempre el factor humano. Ahora es cuando surge el tema de tíos enseñando la chorra y tías enseñando las tetas por vídeo a unos críos. Si eres tu el que enseña o el que mira, pues poco te puedo decir. Si quien te preocupa es alguien cercano a ti y la posibilidad que se lo puede encontrar solo hay una opción, la educación. Enseñarle a filtrar que mira y que enseña. Enseñarle que él siempre tiene el power, tan fácil como salir de la aplicación, apagar el smartphone o metérselo en el bolsillo. Enseñarle a gestionar las emociones que surgen de las nuevas tecnologías, como la vergüenza de que alguien cuelgue una "mala" foto tuya en una red social. El enseñarle que mientras está conectado, el mundo real, al que no puede dar de lado, sigue girando. Otro ejemplo tonto, es fácil decirle al niño de 13 años: "¡¡no sales a la calle!!, ¡¡ni poquémongou ni ostias!!", pero has pensado en decirle, "vale, vamos a cazar pokemons juntos" y así enseñarle a no pasar la calle sin mirar por cazar uno, ni entrar en el cuartelillo de la guardia civil porque allí hay otro, ni caminar por un túnel porque es el camino mas rápido para encontrar el siguiente.
Estamos en un punto que aún seguimos estando de suerte, porque aún tenemos el control sobre la tecnología. El GPS nos indica un camino, pero el coche lo conduces tú. La tele emite basura, pero tu tienes el mando a distancia. Pokemon go! nos dice que allí hay un Pikachu, pero eso no implica que tengas que cazarlo a riesgo de tu vida.
Resumiendo. No puedes negarte a aceptar la tecnología. De poder puedes, los Amish llevan años haciéndolo. Tampoco puedes alegar la brecha tecnológica. Eso es para programar el vídeo, o configurar una impresora, cosas que puedes vivir sin ello, pero la nueva tecnología simplemente se integra y cambia la vida diaria, y no puedes vivir sin vida.Y en cuanto a la manea de usarla, pues con cabeza y sabiendo que el control lo sigues teniendo tú. Con estos puntos claros ya no hay porque pensar que la tecnología es el diablo, aunque lo haremos.
Una cosa es que esas teorías sobre el futuro que os dejo de tanto en tanto bajo el tag de Revolución robótica quizá no se cumplan nunca. La sabiduría popular ya dice que el pasado está lleno de teorías sobre el futuro que nunca se cumplieron. Dos que se me ocurren a bote pronto son el libro 1984 de George Orwell y la película 2001: Odisea del espacio dirigida por Stanley Kubrick. Quizá ambas historias acaben cumpliéndose, pero ya no será ni en 1984, ni en 2001. En cambio si tenemos tecnología actual que parece que nos negamos a aceptar y sería hora de corregir el error.
El ejemplo claro es el error de concepto a lo que hoy en día llamamos móvil (celular los sudamericanos). Ya sería hora que diferenciáramos claramente, y los medios de comunicación aún mas, entre móvil y smartphone. El móvil es ese aparato que utilizaba la mayoría de la gente hace unos cinco o diez años, muy próximo en funcionamiento al teléfono convencional que teníamos en alguna lugar de casa pero que nos cabía en un bolsillo, que servía para llamar, enviar algún mensaje de texto (sms) y guardar nombres y números de teléfono en la memoria, mientras que un smartphone está mucho mas cerca de un ordenador que de un teléfono convencional, funciona gracias a un sistema operativo (Android, IOS, Windows phone,...), por aplicaciones y con conexión a internet, y además tienen tecnología para captar fotografías y vídeo, y como añadido permite hacer llamadas. Resumiendo rápido y mal, un móvil es un teléfono en miniatura y un smartphone es un ordenador en miniatura. Son objetos totalmente diferentes, entonces ¿por qué los consideramos igual?.
Por ejemplo, estamos hartos de oír que la gente no despega la vista de su móvil. ¡Mentira!. Si la gente llevara un "teléfono" lo llevaría en su bolsillo, pero como lo que lleva es un "medio de comunicación instantáneo" y por eso lo lleva lo mas cerca que puede. Que una cosa no quita la otra, si vas todo el rato embobado en la pantalla no será complicado que tengas un accidente.
Ahora es cuando suena esa voz que dice, "pues tampoco hay nada tan urgente que tenga que estar mirando el aparatito todo el rato". Habrá casos y casos, pero creo que la mayoría de veces los críticos lo malinterpretan. Estoy harto de oír quejas de que el niño mira el móvil mientras come, mientras quien lo dice está comiendo mirando la tele. Aquellos que critican a una chica que está de conversación de whatsapp con las amigas (con todas), hablando del chico guapo del cole, pero que no recuerdan las horas que pasaron colgadas al teléfono con su mejor amiga (solo una porque no había multillamada) hablando de lo mismo. Esos que critican a los que van en el metro jugando con el móvil, en lugar de cultivar el noble arte de mirar las musarañas. Los que critican a los que le hacen foto a la comida, son los mismos que luego te explican el pedazo chuletón que se comieron el otro día. Esos niños perdidos para el futuro que se pasan el día viendo Caillou y Pocoyó en el móvil de la madre, en lugar de estar sentados delante de la tele, en horario infantil, viendo "Mujeres y hombres y viceversa" o a un integrista religioso degollando a un chaval de 15 años de otra confesión religiosa. Los que se ríen de esos guiris embobados en el móvil, en lugar de llevar desplegado en mano un mapa tamaño 50x50cm. Los que riñen al niño por ir en el coche escuchando Spotify, en lugar de las viejas canciones del padre, ¿ya no recuerdas las horas que pasaste en el coche escuchando a los Sirex, verdad?. O quizá utilizado para cosas importantes, como si eres madre desde hace 10 minutos, y tu familia está a dos continentes y un océano de distancia, ¿por qué no vas a coger el smartphone y conectar en directo con ellos para enseñarles a tu recién nacido bebé?. Con estos ejemplos solo quiero constatar que no hay situación, que gracias a la tecnología actual, la puedas comparar con nada que hubieras hecho en el pasado.
El problema no es el aparato, ni su tecnología, incluso sus usos no se pueden comparar con nada anterior, el problema es siempre el factor humano. Ahora es cuando surge el tema de tíos enseñando la chorra y tías enseñando las tetas por vídeo a unos críos. Si eres tu el que enseña o el que mira, pues poco te puedo decir. Si quien te preocupa es alguien cercano a ti y la posibilidad que se lo puede encontrar solo hay una opción, la educación. Enseñarle a filtrar que mira y que enseña. Enseñarle que él siempre tiene el power, tan fácil como salir de la aplicación, apagar el smartphone o metérselo en el bolsillo. Enseñarle a gestionar las emociones que surgen de las nuevas tecnologías, como la vergüenza de que alguien cuelgue una "mala" foto tuya en una red social. El enseñarle que mientras está conectado, el mundo real, al que no puede dar de lado, sigue girando. Otro ejemplo tonto, es fácil decirle al niño de 13 años: "¡¡no sales a la calle!!, ¡¡ni poquémongou ni ostias!!", pero has pensado en decirle, "vale, vamos a cazar pokemons juntos" y así enseñarle a no pasar la calle sin mirar por cazar uno, ni entrar en el cuartelillo de la guardia civil porque allí hay otro, ni caminar por un túnel porque es el camino mas rápido para encontrar el siguiente.
Estamos en un punto que aún seguimos estando de suerte, porque aún tenemos el control sobre la tecnología. El GPS nos indica un camino, pero el coche lo conduces tú. La tele emite basura, pero tu tienes el mando a distancia. Pokemon go! nos dice que allí hay un Pikachu, pero eso no implica que tengas que cazarlo a riesgo de tu vida.
Resumiendo. No puedes negarte a aceptar la tecnología. De poder puedes, los Amish llevan años haciéndolo. Tampoco puedes alegar la brecha tecnológica. Eso es para programar el vídeo, o configurar una impresora, cosas que puedes vivir sin ello, pero la nueva tecnología simplemente se integra y cambia la vida diaria, y no puedes vivir sin vida.Y en cuanto a la manea de usarla, pues con cabeza y sabiendo que el control lo sigues teniendo tú. Con estos puntos claros ya no hay porque pensar que la tecnología es el diablo, aunque lo haremos.
Autor:
Wesson Wang
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