Mi foto favorita
Hola,
Como cada vez que unas de mis sobrinas cumple un año, recojo todas las fotos que la familia ha hecho de ella en ese último año y las monto en un libro de papel. Ya sabemos lo que dura el papel, pero a saber cuanto durarán lo bits. Las fotos recogidas se contabilizan por miles, dicen que es el síndrome de Diógenes digital, pero cada una de ellas no deja de ser un recuerdo, y ¿quién quiere perder un recuerdo?
En pocas salgo yo, ya que parece que es el mal del fotógrafo, siempre detrás de la cámara y nadie se presta a fotografiarle. Así que me sorprende cuando encuentro una con mi cara. Esta es una de ellas y me encanta especialmente.
Mi abuela mirándonos, aunque sin gafas no se lo que ve. Leyre posando con una falsa sonrisa. Y Míriam haciéndome reír porque trepa por donde ya no queda lugar, porque si Leyre está allí ella también. Suerte que la silla aguantó. La foto es del día de mi santo, durante la comida, que debió de ser en mi casa, pero esa noche alguien decidió pegarle fuego a un contenedor de basuras y quemó la instalación de luz, teléfono e internet de toda la calle, así que acabamos en casa de mis padres. Por suerte, allí estaba mi padre para inmortalizar el momento, y será síndrome de Diógenes, pero no voy a deshacerme de estos recuerdos digitales.
Como cada vez que unas de mis sobrinas cumple un año, recojo todas las fotos que la familia ha hecho de ella en ese último año y las monto en un libro de papel. Ya sabemos lo que dura el papel, pero a saber cuanto durarán lo bits. Las fotos recogidas se contabilizan por miles, dicen que es el síndrome de Diógenes digital, pero cada una de ellas no deja de ser un recuerdo, y ¿quién quiere perder un recuerdo?
En pocas salgo yo, ya que parece que es el mal del fotógrafo, siempre detrás de la cámara y nadie se presta a fotografiarle. Así que me sorprende cuando encuentro una con mi cara. Esta es una de ellas y me encanta especialmente.
Mi abuela mirándonos, aunque sin gafas no se lo que ve. Leyre posando con una falsa sonrisa. Y Míriam haciéndome reír porque trepa por donde ya no queda lugar, porque si Leyre está allí ella también. Suerte que la silla aguantó. La foto es del día de mi santo, durante la comida, que debió de ser en mi casa, pero esa noche alguien decidió pegarle fuego a un contenedor de basuras y quemó la instalación de luz, teléfono e internet de toda la calle, así que acabamos en casa de mis padres. Por suerte, allí estaba mi padre para inmortalizar el momento, y será síndrome de Diógenes, pero no voy a deshacerme de estos recuerdos digitales.
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