De vuelta a la ciudad
Hola,
Ya estoy de vuelta en Hospitalet. Me he pasado unos cuantos días, no demasiados, lejos de todo para recuperarme, y recuperarnos, de todos los malos humos, y aún así no ha sido posible de todo. Hemos vuelto al mismo lugar del año pasado, desde donde un gran balcón puedes divisar la playa. Donde todo lo que hay que pensar es si cruzamos la calle para irnos a bañar al mar, o caminar unas calles para pasar el rato a remojo en la piscina. Donde el menú del día se elige al pasar por delante del súper. Donde todo lo que hay que decidir es el sabor del helado, el si nos llevamos los frisbis o el delfín hinchable para jugar.
Después de que casi perdemos a mi cuñado, de que mi padre había tenido el enésimo ingreso en el hospital, que mi trabajo haya estado pendiente de una decisión judicial todo el año, que todos los aparatos de mi casa parecen tener una caducidad sincronizada y todo se ha roto al tiempo, parecía que lo mas justo pasar unos días en un pequeño paraíso de la Costa Dorada, para quitarnos todas esas malas vibraciones. Pues no. Mi padre volvió a ingresar pocas horas antes de empezar las vacaciones, y esta vez porque el páncreas se ha unido a la fiesta. Al final el juez se ha decidido, bien, ahora tenemos nuevos jefes, y la primera decisión ha sido echar a gente sin tener controlado lo que sabían, primera gran metedura de pata. Así que empecé mis vacaciones sabiendo que cuando vuelva al trabajo tendré que pasar meses para recuperar el conocimiento que Enric se ha llevado en su cabeza, y muchas cosas habrá que hacerlas de nuevo, si es que sabemos, ya que ahora mismo no tenemos el control de mas de media web. Un disparate para tener ganas de no volver. Tampoco me pude despedir de Renata, la vida no me da para estar en tantos lugares al mismo tiempo. Se ha marchado a Lisboa con João, para empezar una nueva etapa de su aventura, mientras esperan a Luzia. Estoy tan desconectado de todo, que casi me he enteré de todo eso de golpe y por sorpresa cuando ya se iban. Por cierto, mi viejo coche me ha dicho estos días - yo aguantaré un poco mas, pero te voy a dejar tirado en breve - así que tendrá sustituto pronto, espero que antes de que se pare y que su último conductor no sea una grúa. Otro hachazo a mis finanzas.
A la que te descuidas los niños crecen, y no sabes como ha sido. Así ahora resulta que Leyre es capaz de pasarse media piscina buceando sin esfuerzo, y Míriam no duda en lanzarse en bomba y flotar con manguitos, como si mis sobrinas tuvieran genes de sirenas. Y aunque me enfade con ellas cada vez que hacen algo mal, y no son pocas las veces, unas vacaciones viviendo a todas horas con ellas es lo mejor que le puede pasar a un tío como yo.
Sigo de vacaciones, si la humedad que hace que un día de 29º sean uno de 38º no me mata primero. Por suerte el ventilador es de las pocas cosas de mi casa que aún no se ha roto. A ver si durante estos días descubro como espantar los malos espíritus que me rondan, o consigo una espada mas afilada para matar a todos los dragones.
Ya estoy de vuelta en Hospitalet. Me he pasado unos cuantos días, no demasiados, lejos de todo para recuperarme, y recuperarnos, de todos los malos humos, y aún así no ha sido posible de todo. Hemos vuelto al mismo lugar del año pasado, desde donde un gran balcón puedes divisar la playa. Donde todo lo que hay que pensar es si cruzamos la calle para irnos a bañar al mar, o caminar unas calles para pasar el rato a remojo en la piscina. Donde el menú del día se elige al pasar por delante del súper. Donde todo lo que hay que decidir es el sabor del helado, el si nos llevamos los frisbis o el delfín hinchable para jugar.
Después de que casi perdemos a mi cuñado, de que mi padre había tenido el enésimo ingreso en el hospital, que mi trabajo haya estado pendiente de una decisión judicial todo el año, que todos los aparatos de mi casa parecen tener una caducidad sincronizada y todo se ha roto al tiempo, parecía que lo mas justo pasar unos días en un pequeño paraíso de la Costa Dorada, para quitarnos todas esas malas vibraciones. Pues no. Mi padre volvió a ingresar pocas horas antes de empezar las vacaciones, y esta vez porque el páncreas se ha unido a la fiesta. Al final el juez se ha decidido, bien, ahora tenemos nuevos jefes, y la primera decisión ha sido echar a gente sin tener controlado lo que sabían, primera gran metedura de pata. Así que empecé mis vacaciones sabiendo que cuando vuelva al trabajo tendré que pasar meses para recuperar el conocimiento que Enric se ha llevado en su cabeza, y muchas cosas habrá que hacerlas de nuevo, si es que sabemos, ya que ahora mismo no tenemos el control de mas de media web. Un disparate para tener ganas de no volver. Tampoco me pude despedir de Renata, la vida no me da para estar en tantos lugares al mismo tiempo. Se ha marchado a Lisboa con João, para empezar una nueva etapa de su aventura, mientras esperan a Luzia. Estoy tan desconectado de todo, que casi me he enteré de todo eso de golpe y por sorpresa cuando ya se iban. Por cierto, mi viejo coche me ha dicho estos días - yo aguantaré un poco mas, pero te voy a dejar tirado en breve - así que tendrá sustituto pronto, espero que antes de que se pare y que su último conductor no sea una grúa. Otro hachazo a mis finanzas.
A la que te descuidas los niños crecen, y no sabes como ha sido. Así ahora resulta que Leyre es capaz de pasarse media piscina buceando sin esfuerzo, y Míriam no duda en lanzarse en bomba y flotar con manguitos, como si mis sobrinas tuvieran genes de sirenas. Y aunque me enfade con ellas cada vez que hacen algo mal, y no son pocas las veces, unas vacaciones viviendo a todas horas con ellas es lo mejor que le puede pasar a un tío como yo.
Sigo de vacaciones, si la humedad que hace que un día de 29º sean uno de 38º no me mata primero. Por suerte el ventilador es de las pocas cosas de mi casa que aún no se ha roto. A ver si durante estos días descubro como espantar los malos espíritus que me rondan, o consigo una espada mas afilada para matar a todos los dragones.
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