Mi mundo interior
Hola,
Quizá a vosotros que sois personas adultas, maduras y conscientes de vosotros mismos no os pasa lo que a mi. Supongo que todos tenemos una visión sobre nosotros mismos, que tal vez, a veces, no es concordante con lo que ven los demás. Quizá te ves mas delgado, mas guapo, mas carismático, mas gracioso,... pero los demás no creen nada de ello.
Mi yo interior se debió de quedar en un chaval de quince años, sobretodo cuando he de dirigirme a desconocidos o he de manejarme en lugares que no controlo. Ya sea delante de la cajera del súper, el tipo de la gasolinera, el guardia de seguridad... En mi yo interior sigo siendo aquel chaval que iba a comprar el periódico los domingos, o la Fotogramas y la Micromanía una vez al mes, o el pan... y aunque lo llevara haciendo años, y los dependientes me conocieran como si fuera de casa, yo seguía inseguro sobre si me entenderían o no al pedir lo que quería. En cambio cuando abro la boca lo que están viendo los demás es a un señor de 40 y pico años, canoso, alto y con cara seria que viene de serie, con voz tirando a grave, que les pide 30 euros de gasolina 95 o un par de barras de cuarto. En el momento de ver sus reacciones me llega el flash, y me doy cuenta que quizá soy yo el que impone respeto en esa situación.
Son cosas de hacerse mayor y tener un mundo interior tan curioso como el mio, que vives aventuras y miedos, donde no los hay.
Quizá a vosotros que sois personas adultas, maduras y conscientes de vosotros mismos no os pasa lo que a mi. Supongo que todos tenemos una visión sobre nosotros mismos, que tal vez, a veces, no es concordante con lo que ven los demás. Quizá te ves mas delgado, mas guapo, mas carismático, mas gracioso,... pero los demás no creen nada de ello.
Mi yo interior se debió de quedar en un chaval de quince años, sobretodo cuando he de dirigirme a desconocidos o he de manejarme en lugares que no controlo. Ya sea delante de la cajera del súper, el tipo de la gasolinera, el guardia de seguridad... En mi yo interior sigo siendo aquel chaval que iba a comprar el periódico los domingos, o la Fotogramas y la Micromanía una vez al mes, o el pan... y aunque lo llevara haciendo años, y los dependientes me conocieran como si fuera de casa, yo seguía inseguro sobre si me entenderían o no al pedir lo que quería. En cambio cuando abro la boca lo que están viendo los demás es a un señor de 40 y pico años, canoso, alto y con cara seria que viene de serie, con voz tirando a grave, que les pide 30 euros de gasolina 95 o un par de barras de cuarto. En el momento de ver sus reacciones me llega el flash, y me doy cuenta que quizá soy yo el que impone respeto en esa situación.
Son cosas de hacerse mayor y tener un mundo interior tan curioso como el mio, que vives aventuras y miedos, donde no los hay.
Autor: Bryan Minear
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