Salirse del camino

Hola,

Hace unos días descubrí la historia de la moneda que encontró Jacob Moffit en Illinois en 1871. Por si queréis profundizar la historia sale en el libro "El libro de los condenados" de Charles Fort, y cuyo extracto os dejo al final.
El resumen de la historia es que excavando, Moffit, encuentra una moneda extraña a cierta profundidad. Le extraña porque en esa profundidad los arqueólogos saben que no pueden dar con monedas como aquella. Quizá estaba en una capa superior y algún movimiento tectónico la hundió. Total que la envía a analizar y le dicen que poco mas que es un fraude.
La moneda se han perdido y solo quedan un par de garabatos, y los informes y anotaciones de Moffit y del profesor Leslie, que fue quien la analizó. El problema viene que si Moffit hubiera hecho el descubrimiento en Europa, Leslie seguramente no hubiera dudado en catalogarla como romana, fenicia o algo similar. Moffit no quedó convencido y Fort, al que algunos califican uno de los primeros clasificadores de expedientes X, tampoco de ahí que lo incluyera en su libro que va exactamente de esto. Eventos, con verificación científica mediante, que han sido "descartados" por ser demasiado extraños.
Seguramente tiene una explicación muy lógica que una moneda como esa acabara en medio del actual Illinois. Seguramente es una anécdota curiosa y chula de relatar. Muy probablemente sea algo imposible de demostrar, pero dios nos guarde de querer salirnos de la doctrina oficial.






"En julio de 1871, Mr. Jacob Moffit, de Chillicothe, Illinois, envió a las autoridades científicas de su tiempo la fotografía de una pieza de moneda que había desenterrado a una profundidad de treinta y seis metros. Si se juzga por los standards científicos convencionales, tal profundidad parece extraordinaria. Los paleontólogos, los geólogos y los arqueólogos se juzgan razonables en cada uno de sus debates sobre la antigüedad de una sepultura. Pero la muerte no es más que un falso standard, un temblor de tierra puede enterrar a treinta y seis metros de la superficie una pieza contemporánea.Según un observador, la pieza es de un espesor muy uniforme, y no es producto de un martillo primitivo: «Huele a taller». Pero, de creer al profesor Leslie, es un amuleto astrológico. «Lleva la marca de Piscis y Leo.» Con la misma pizca de buena voluntad, se puede encontrar la marca de su tatarabuelo, la de los cruzados o la de los mayas, en todo lo que sale de Chillicothe o de una subasta pública. Todo lo que se parece a un gato o a un pez rojo recuerda al León o a Piscis. Añadiré además que, por virtud de algunas distorsiones o supresiones, no hay nada que no se pueda parecer a un gato o a un pez rojo.Temo perder aquí algo de mi paciencia. Ser condenado por Gigantes adormecidos, interesantes putillas y estimables payasos, no hiere en nada mi poca vanidad. Pero los arqueólogos representan los bajos fondos de lo divino, un arcaico parvulario del intelecto, y es irritante ver que una cohorte de bebés polvorientos pretenden imponernos su juicio.El profesor Leslie descubre entonces, con la misma voluntad arbitraria que vería en el puente de Brooklyn el resultado de una broma de colegial, que «la pieza es el resultado de una mixtificación, de la cual es inocente su propietario actual. Se trata de una fabricación relativamente moderna, que data tal vez del siglo XVI, probablemente de origen hispano o franco-americano». Por supuesto, el profesor Leslie desprecia el hecho de que no hay nada francés o español en la famosa pieza. La leyenda, precisa, se sitúa «entre lo árabe y lo fenicio, sin ser ni de uno ni de otro». El profesor Winchell, que la examinó, dice en Sparks from a Geologist's Hammer, al respecto de estos motivos rudimentarios (formas de un animal o de un guerrero o de un gato y de un pez rojo, según las preferencias),que no han sido ni cinceladas ni grabadas, sino más bien «como atacadas por un ácido». Semejante método es desconocido en la numismática y en toda la superficie del planeta."

El libro de los condenados de Charles Fort

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