Simplemente odio

Hola,

Coged un papel y un lápiz, aunque sea con la imaginación. Dibujad un circulo, algo alargado, para hacer una cabeza. En ella dibujad dos ojos, no os dejéis las cejas. Una nariz. Dos orejas. Una boca. Ahora dibujadle el pelo que queráis, en la cabeza y en la barba. Acabad poniéndole un torso, brazos, piernas, no olvidéis el cuello, las manos y sus dedos. Piernas, pies y no olvidéis las rodillas.
¿Veis el problema? No, ni tu ni nadie. Ahora enseña ese dibujo a la gente. ¿Algún problema? No, quizá os dirán que dibujáis como el culo, pero nada mas. Ahora decid que es la representación de un hombre santo de alguna religión iconoclasta. Depende de a quien se lo hayáis enseñado perderéis la cabeza. Literalmente, intentarán cortaros la cabeza.
Todos estudiamos en el colegio esa gente a la que llamamos iconoclastas. Esos que destruyen pinturas y esculturas sagradas, ya que no ven con buenos ojos que sus dioses sean representados. Pero cuando en lugar de destruir el icono (dibujo, pintura, escultura,...) le cortas la cabeza a alguien eres un asesino. Nada de radicalizado, ni adoctrinado, ni otras mierdas, un asesino. Andad con cuidado porque estos asesinos no destacan del montón pero son simplemente odio.

Autor: T. Chick McClure