Mis queridos vecinos
Hola,
Al parecer, durante toda mi infancia y adolescencia viviendo con los vecinos de mis padres, tuve una gran suerte y al marcharme al vivir solo, he conocido lo que parece habitual. Ahora vivo justo encima de la puerta de salida a la calle, y parece normal que la gente entre y salga mucho a partir de media noche, algunas de esas veces cargando pesados somieres, lo que desde un segundo piso era imposible de oír. O esos tipos del almacén de abajo que abren y cierra a horas intempestivas, que siempre ríen y de tanto en tanto se montan una farra. O la guarrería generalizada del personal. ¿A dos pasos de la puerta de la calle, porque tirar la colilla en la calle pudiéndola tirar dentro de la finca?, por ejemplo, sin contar que la ley prohíbe fumar en las zonas comunes. O la historia de la electrocutación vecinal.
Lo que peor llevo son los ruidos nocturnos. Quizá en casa de mis padres dormía mejor, quizá la edad me hace dormir peor y eso me hace mas quisquilloso a los ruidos, lo que es seguro es que el despertarme me rompe el sueño. Uno nuevo que he descubierto no hace mucho viene de arriba. La dueña del piso era proclive a producir de tanto en tanto ruidos nocturnos que le debían causar mucho placer, pero ahora tiene alquilado el piso, a una mujer que solo he visto de pasada, pero que también parece tener actividad nocturna.
Como llevo mal lo de despertarme en media noche no os puedo jurar que no me lo haya imaginado, pero básicamente son ruidos de golpeo contra la pared durante un par de minutos, silencio durante una hora o así, nuevos golpeos en la pared y silencio después de abrir las persianas. Cada uno que saque la conclusión que quiera, pero me gusta pensar que está pasando una buena hora de sexo que no que esta invocando al Pazuzu.
Por supuesto será un misterio que no desvelaré nunca, aunque me encuentre a mi nueva vecina, ni aunque llegue a entablar amistad con ella, no le preguntaré del porqué de los ruidos, no quiero acojonarme sabiendo que está invocando al maligno. En cambio lo que está claro es que o vuelvo a casa de mis padres, o seguiré sorprendiéndome con las actividades nocturnas de mis vecinos. Yo ya se que soy raro, pero creo que soy muy raro para este mundo.
Al parecer, durante toda mi infancia y adolescencia viviendo con los vecinos de mis padres, tuve una gran suerte y al marcharme al vivir solo, he conocido lo que parece habitual. Ahora vivo justo encima de la puerta de salida a la calle, y parece normal que la gente entre y salga mucho a partir de media noche, algunas de esas veces cargando pesados somieres, lo que desde un segundo piso era imposible de oír. O esos tipos del almacén de abajo que abren y cierra a horas intempestivas, que siempre ríen y de tanto en tanto se montan una farra. O la guarrería generalizada del personal. ¿A dos pasos de la puerta de la calle, porque tirar la colilla en la calle pudiéndola tirar dentro de la finca?, por ejemplo, sin contar que la ley prohíbe fumar en las zonas comunes. O la historia de la electrocutación vecinal.
Lo que peor llevo son los ruidos nocturnos. Quizá en casa de mis padres dormía mejor, quizá la edad me hace dormir peor y eso me hace mas quisquilloso a los ruidos, lo que es seguro es que el despertarme me rompe el sueño. Uno nuevo que he descubierto no hace mucho viene de arriba. La dueña del piso era proclive a producir de tanto en tanto ruidos nocturnos que le debían causar mucho placer, pero ahora tiene alquilado el piso, a una mujer que solo he visto de pasada, pero que también parece tener actividad nocturna.
Como llevo mal lo de despertarme en media noche no os puedo jurar que no me lo haya imaginado, pero básicamente son ruidos de golpeo contra la pared durante un par de minutos, silencio durante una hora o así, nuevos golpeos en la pared y silencio después de abrir las persianas. Cada uno que saque la conclusión que quiera, pero me gusta pensar que está pasando una buena hora de sexo que no que esta invocando al Pazuzu.
Por supuesto será un misterio que no desvelaré nunca, aunque me encuentre a mi nueva vecina, ni aunque llegue a entablar amistad con ella, no le preguntaré del porqué de los ruidos, no quiero acojonarme sabiendo que está invocando al maligno. En cambio lo que está claro es que o vuelvo a casa de mis padres, o seguiré sorprendiéndome con las actividades nocturnas de mis vecinos. Yo ya se que soy raro, pero creo que soy muy raro para este mundo.
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