Escalando

Hola,

Hace ya unos días que tengo una sensación rara. No, no son gases. La mejor manera que se me ocurre para explicarla es con una alegoría. Me imagino en lo alto del Annapurna, la gente me felicita, me da palamaditas en la espalda y se alegra. ¡Leñe, que cojones hay que tener para escalar el Annapurna!. Yo suspiro, sonrío, pero pienso. Sí, pero yo quería subir el Everest. Pero tengo la misma sensación que si hubiera hecho la cima en el Everest, querría estar en el K2. Y de haber subido todos los ocho miles los volvería a subir a pata coja.
Esta es la sensación, la de haber hecho mucho, pero no hacía donde yo que quería y aunque así fuera nunca sería suficiente. Espero que esto se cure con la edad.


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