Muros

Hace casi tres años que dejé de escribir en este blog, donde solía publicar una entrada nueva cada día. Al principio, la razón era que no podía hacerlo, digamos que era algo casi físico, aunque en realidad no había ningún problema físico. A mitad de este camino, casi me muero debido a una infección de la que aún nadie ha podido decirme de dónde salió y que pudo haber puesto punto final a todo, pero, por suerte, no fue así. Ahora parece que el dolor del alma se va calmando, lo físico se mantiene decente para alguien que está cerca de los cincuenta, y parece que vuelven las ganas de escribir. De hecho, nunca he dejado de escribir; simplemente lo hacía en mi cabeza.

Sigo siendo el mismo de hace tres años, pero el mundo a mi alrededor ha dado un vuelco. Entre los cambios que más me han llamado la atención está el hecho de que cada vez estoy más en desacuerdo con la corriente oficial. No, no es esa típica postura de un viejo que dice que los jóvenes de hoy en día no saben lo que hacen, no tienen criterio ni gusto... aunque es cierto que, en muchos casos, no lo tienen y no saben lo que hacen.

Sucede algo en el mundo. Según lo que he aprendido en estos casi cincuenta años, mi cabeza me dice que esto es así o asá, y la solución podría ser esta o aquella. Entonces veo cómo en cualquier medio donde la gente se pueda expresar (prensa, internet, etc.), desde personas anónimas hasta grandes figuras, la solución que proponen jamás coincide con la mía. No una vez ni dos, sino nunca. No es que coincidamos a medias o estemos de acuerdo en parte; simplemente no coincidimos en nada.

Me lo he planteado muy en serio, porque si al observar el mundo crees que todos están locos menos tú, es más probable que tú seas el loco y los demás estén cuerdos. Pero, sinceramente, parece que todos están locos. He intentado ponerme en el punto de vista de los demás, pensando que quizá el mundo se ve diferente desde otra perspectiva. Y nada, sigo convencido de que yo estoy en el camino correcto y los demás no.

Tengo claro que hoy en día, cuando se dice "todos los demás", aunque parezcan muchos porque hacen mucho ruido, en realidad no son todos, ni siquiera muchos, pero sí es cierto que influyen mucho en la manera de actuar de los demás. Entonces surge la duda de cómo actuar, no solo en casa, sino también ante la sociedad, cuando tu idea es, en teoría, opuesta a la de todos los demás.

Busco otras voces en la red que estén alineadas con mi manera de ver el problema y darles visibilidad. Las encuentro, las escucho; el planteamiento inicial encaja a la perfección con mi idea, pero la solución se convierte en una idiotez o en un discurso fascista. Y no es que yo sea el más comunista del lugar, aunque estoy cerca de ello, pero me revuelve que, bajo la excusa de una solución buena, haya un intento de someternos a todos.

Pienso en soltar mi versión. Tengo el mismo acceso a las mismas redes que transmiten esa idea, para mí, equivocada. Solo tengo que ir allí (a este mismo blog) y soltar mi discurso. No tendrá mucho impacto, porque mi voz es como la de aquel que grita en el desierto, pero puede que tenga que soportar a la horda de acosadores, los perros de presa de las "voces de la verdad". Y sí, es posible ignorarlos, pero no paga la pena. Finalmente, con suerte, me habré quedado tranquilo, pero el problema seguirá ahí.

Bien, no estoy de acuerdo con el tema, me ahorro soltar mi verdad al viento que no arreglará nada, pero luego tengo que vivir en una sociedad donde esa idea equivocada, para mí, se va implantando. Además, no creo que sea el único que piensa como yo; por pura estadística, incluso puede que seamos muchos, pero optamos por vivir y dejar vivir. Mientras esto solo se mantenga a nivel social o cultural, puedo seguir a mi manera, y puede que me gane alguna mirada de desaprobación o un discurso moralista de algún perro de los que mencionaba antes. Ande yo caliente y ríase la gente. El problema importante llega cuando se convierte en ley o algo parecido. Me explico: muchas veces no es necesario que algo esté escrito en blanco y negro en un papel oficial, simplemente basta con que ocurra como en las tiendas de ropa, donde alguien decide que el color de temporada es el gris marengo y, si necesitas una camiseta, te guste o no ese color, solo la encontrarás parcial o totalmente en ese tono. ¿Compras la camiseta?.

Dejo para otro día la reflexión sobre de dónde surge esa idea de lo que está bien o mal. En resumen, a mi entender, nos está quedando una sociedad en la que cada vez podemos acceder a más información, pero esta está cada vez más intoxicada y construye cada vez más muros que nos aíslan.





Another break in the wall (Pink Floyd)

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